Papiloma en el pie: ¡Cuidado con las piscinas!

Es oír la palabra ‘papiloma’ y ponernos en alerta; posiblemente pensando en el Virus del Papiloma Humano (VPH). Pero, aunque ambas son infecciones víricas, la verruga plantar, que es como se le conoce al papiloma en el pie en podología, está provocada por una cepa diferente del VPH y no tienen relación.

En este caso, se trata de una lesión en el pie, que se ubica en las dos primeras capas de la piel (dermis y epidermis); y nunca llegan a capas más profundas. Su forma recuerda a la de una coliflor, y dentro contiene puntos oscuros, que son las papilas afectadas. Aunque podría confundirse con otras patologías como los callos o los helomas debido a la capa de piel endurecida que apreciamos alrededor, la verruga plantar crece hacia dentro y no es únicamente superficial. Por suerte, es benigna y suele desaparecer con el tiempo; no obstante, conviene tratarla ya que es bastante contagiosa, y también molesta.

El pie es una zona muy complicada. Andar ya supone un dolor cuando tenemos una verruga plantar. Aunque todo depende de la zona en la que aparezca. Los puntos más comunes son: en el talón, debido a la presión que hacemos al caminar se generan grietas y heridas; en la parte delantera donde se apoyan los metatarsos, dada también la fricción a la que se ve sometida esta zona; y entre los dedos, ya que es una parte con mucha humedad. 

Cómo nos infectamos

Pero la pregunta no es dónde. Sino cómo. Pues bien, el contagio se produce por contacto directo con el virus del papiloma. Cualquier lesión, por pequeña que sea, o roce, es potencialmente sensible de infectarse cuando se está en un sitio húmedo y los poros de nuestros pies quedan abiertos. 

Esto nos da una pista de los sitios donde más contagios de papiloma en el pie se producen: vestuarios, duchas, gimnasios, piscinas…e incluso tatamis. Porque sí, sigue siendo un lugar con humedad. Y aunque lleves calcetines, si no están bien secos, no logran proteger con eficacia. Por tanto, el pie sigue quedando expuesto a los agentes infecciosos que se puedan encontrar en esta superficie. El mejor remedio, por tanto, sería evitar esta exposición si tenemos alguna patología o dolor en el píe. ¡Y cuidado con las piscinas! Si es verano y no te resistes a ese baño, procura ir con chanclas hasta el borde para evitar el contacto con el suelo.  

Cómo tratarlo

Si te has contagiado, lo ideal es que tomes precaución para no pasar el papiloma a la gente con la que convives (en la ducha por ejemplo), y también para evitar autocontagiarte de un pie a otro; que es bastante habitual. 

Para elllo, sigue evitando andar descalzo, ponte chanclas nada más salir del baño, separa tu ropa y accesorios del resto (toallas, calcetines y calzado), deshazte de cualquier elemento que hayas podido utilizar para limar la dureza alrededor del papiloma y desinfecta la ducha con lejía después de bañarte. Mantener este protocolo de limpieza, incluso si no se comparte la zona de aseo, es vital para prevenir volvernos a contagiar en otra zona. 

Tras esta fase de cuidado, lo mejor es visitar a un profesional para poder eliminar el tejido dañado. Existen tratamientos como la crioterapia y el láser que son efectivos, pero bastante agresivos, eliminando también parte del tejido sano. Por eso, la opinión de un especialista te ayudará a saber cuál es el siguiente paso…


Porque andar no debería ser doloroso.

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