La vida: un continuo aprendizaje

Desde hace 12 años, creo que es la segunda vez que voy a escribir en el blog de nuestra empresa. Tengo un equipo maravilloso de periodistas que se ocupan de ello. Pero hoy tengo la necesidad de compartir con los que nos seguís esta historia. Y lo hago, no como directora de la agencia, sino como persona, una persona normal y cualquiera que ha tenido la suerte de cumplir el sueño de montar una agencia de comunicación, gracias a la cual Cuco y yo conocimos al protagonista de esta historia. 

Se trata de nuestro amigo Frederick Wikstrom. Su mujer Dori fue clienta nuestra y de ahí surgió una de las amistades más bonitas que tenemos la suerte de disfrutar. En la vida siempre hay personas que te sorprenden… Y yo personalmente me quedo con las que me sorprenden para bien, las que me dejan huella en el alma, como mi amigo Frederick, al que yo cariñosamente llamo Fredy. (Los que me conocéis sabéis que mi dislexia me hace confundir o inventar los nombres con una facilidad pasmosa.)

Frederick es un hombre de origen sueco, grande por fuera y por dentro. Es fuerte, positivo, divertido, generoso y con un sentido de la amistad… verdadero. Es de las personas que escuchan y que ayudan. En definitiva, un SER MARAVILLOSO. 

El año pasado cogió el COVID y tanto Cuco como yo pasamos la peor semana que jamás habíamos pasado, ya que se debatió entre la vida y la muerte. Como buen vikingo pudo con el bicho, aunque tardó en recuperarse por completo más de lo que nos hubiera gustado. Hace unos meses, le detectaron un problema en las caderas y le recomendaron reposo por tres meses – inciso: él es deportista activo, juega al golf, esquía y un largo etc. -. Por tanto, es algo que ha llevado bastante mal. Pero no solo él, a los que le queremos, también nos ha afectado verle tan bajo. 

Hoy nos ha llamado para contarnos que se marcha con un amigo a la frontera de Polonia. Van a recoger refugiados ucranianos que tienen familias desesperadas en nuestro país y que suplican que por favor se les ayude. Se va hacer 3.000km en un minibús estando como está con las caderas. Su intención es ir varias veces y traerse a la mayor gente posible.

A mí personalmente me hace, primero reflexionar, sentirme tremendamente orgullosa de él. Pero, sobre todo, me hace ver que la vida es esto: ayudarnos, ser generosos, empatizar, tener ilusión por poder sumar a los que ahora nos necesitan. En definitiva, algo que no solemos decir porque nos hace sentir… ¿ridículos? ¿cursis? ¡Pues eso es el AMOR! El amor por los demás, por hacer lo correcto. Siempre he creído que todos tenemos una energía especial, pero que no sabemos utilizar…

Quizá sean las situaciones en extremis las que nos hacen quitarnos las caretas para dejarnos ver esa luz interior. Esta década de los nuevos años 20 nos está poniendo demasiados ejemplos. Pero no es necesario que estallen pandemias ni guerras para que seamos empáticos con el mundo. Siempre tenemos la posibilidad de serlo con quienes nos rodeas. Porque se trata simplemente de portarnos con el otro como nos gustarían que se portasen con nosotros. 

Cada día es una nueva oportunidad para ser tu mejor versión, o al menos mejor que ayer. ¡No la dejes escapar! 

Silvia Villarrazo Serrano

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